Las palabras “ansiedad, depresión, estrés” arrojan veintiún millones de resultados en el buscador de Google y, es que de acuerdo a las estadísticas de la Organización Mundial de la Salud (OMS), los trastornos por depresión, ansiedad y estrés ó síndrome de “burn out (el quemado)"como será oficialmente diagnosticado a partir de 2022, afectan la salud mental de la población mundial:
Más de 300 millones de personas sufren depresión, trastorno que hoy en día es la principal causa de discapacidad.
Más de 260 millones de personas tienen trastornos de ansiedad.
En México el 75% de los trabajadores padece de estrés laboral, cifra que coloca a nuestro país en el primer lugar del ranking de éste indicador, por encima de China (73%) y Estados Unidos (59%).
Estas cifras significan una afectación en la capacidad de trabajo y productividad en los países del mundo equivalentes al 4% del Producto Interno Bruto (PIB) global, de acuerdo con estimaciones de la Organización Internacional del Trabajo (OIT)

Entendamos entonces, porque el Estado como agente transmisor de la Ley del Bienestar, se ha visto en la necesidad de ocuparse de los trastornos mencionados con anterioridad. Philippe Julien, psicoanalista francés, ha dedicado parte de su obra a analizar y cuestionar, la función y las repercusiones que genera la intervención del Estado:
“Bienestar se define como: lo útil para..., el interés de …, variables según los momentos de y los lugares y, no obstante, susceptibles de definirse en determinado momento, para determinada nación.
Jeremy Bentham, el promotor del utilitarismo, junto con Stuart Mill, definió muy bien está ley fundamentándola en el principio de la mayor felicidad para el mayor número. Convirtiéndose la felicidad en la exigencia misma de cualquier democracia.
Pero entonces ¿cuál es criterio de la mayor felicidad de la mayor felicidad para todos y cada uno? No el bien en sí, en singular, como entidad de orden ontológico según una naturaleza humana a la vez finalizante y universal. Si no ‘lo que se dice’ con respecto a los bienes aquí y ahora. En efecto, el criterio es el del orden de la palabra compartida, la del tribunal de la opinión pública; esa palabra que circula por el espacio de una nación dice lo que se conviene transmitir para la salud física, el equilibrio psíquico y la competencia intelectual, la situación económica y política de la generación que crece.”[1]
En sintonía con las reflexiones de Julien me pregunto, si no es esta intervención, el origen de las altas tasas de los trastornos mentales entre la población. Si recuperar la capacidad de trabajar e incrementar la productividad son los intereses del Estado ¿en dónde ha quedado el tratamiento para el 'ser'?
Hoy día la mayoría de la población está al tanto de que la ansiedad, la depresión y el estrés son los grandes padecimientos de la sociedad y que pueden ser tratadas y controladas. La función del Estado como agente de la salud mental ha quedado establecida.
Si bien el servicio de salud pública, la disponibilidad de recursos, y la educación a la población son fundamentales, no podemos olvidar el tratamiento del 'ser' en sí, como entidad ontológico, en singular. Pilar de lo que hoy conocemos como humanidad.
Es la defensa a este ‘ser’ al que, el psicoanálisis y la psicoterapia harán su causa. Ambas disciplinas comprenden que restaurar la capacidad de trabajar es sólo la mitad del camino hacia el bienestar, al reconocer que la ansiedad, la depresión y el estrés son síntomas resultado de interacciones complejas, entre factores sociales, psicológicos y sociológicos.[2]
En atención a ese ‘ser’ que sufre y que por momentos olvida que la vida es sagrada, dedicaremos las siguientes entradas de este Blog, a la posibilidad de aliviar éstos padecimientos, con la intención de compartir y generar la consciencia necesaria para entender, que encontrar el sentido a nuestra existencia, no es un ideal, ni utopía. Sino un profundo proceso de transformación que ha restaurar nuestra capacidad de amar.
Busquemos hacer de este mundo un mejor lugar en donde, lo último en morir sea la Esperanza.
REFERENCIAS:
[1] Julien P. (2011), Dejarás a tu padre y a tu madre, Editorial Siglo XXI, México, págs. 29-32.
[2] “Complejo es lo que esta tejido junto” Edgar Morín.
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